Tras la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, durante mucho tiempo considerado posible sucesor de Robert Mugabe, el Ejército se opone al ascenso al poder de su esposa sudafricana, Grace
Entre los motivos de la intervención del ejército en Zimbabwe para actuar contra «criminales» del entorno de Robert Mugabe podría estar el temor por el creciente poder de una mujer.
La tensión en el país comenzó a escalar la semana pasada, después de la destitución del vicepresidente Emmerson Mnangagwa, un respetado veterano de la guerra de independencia. Ese fue el último acto de una serie de purgas para reprimir las disputas internas sobre la sucesión de Mugabe, quien controla las riendas del poder desde la independencia del país en 1980 y que, con sus 93 años, es el de mayor edad en el mundo.
Varios analistas indicaron que en Zimbabwe muchos vieron la destitución de Mnangagwa, durante mucho tiempo considerado su posible sucesor y quien huyó del país, como una manera de allanar el camino de la primera dama, Grace Mugabe, considerada la principal rival de Mnangagwa para suceder al dictador a la presidencia.
La carrera política de Grace, de 52 años, comenzó oficialmente el 6 de diciembre de 2014, cuando fue electa presidenta de la división femenina del partido gobernante Unión Nacional Africana de Zimbabwe–Frente Patriótico (ZANU-PF).
Nacida en Sudáfrica, se casó con Mugabe, 40 años mayor que ella, en 1996. Al principio alejada de las cuestiones políticas, se la conocía más por sus desenfrenados viajes de compras o por controversias como la denuncia de un fotógrafo británico que aseguró haber sido golpeado mientras intentaba sacarle una foto en Hong Kong. Otros incidentes similares se repitieron en Singapur, Malasia y Sudáfrica.
Hasta que, con el progresivo debilitamiento de Mugabe, comenzó su ascenso en las altas esferas de poder del país africano, llegando a chocar con el vicepresidente. El enfrentamiento fue tan feroz que en Octubre la primera dama tuvo que negar públicamente haber intentado envenenarlo después que éste se enfermara durante un mítin en agosto.
Pero no todos en Zimbabwe veían con favor su ascenso. Al contrario, sus comportamientos a menudo extravagantes hicieron que fuera impopular entre la población.
«Hay mucho resentimiento contra (el presidente) Robert Mugabe y su esposa (Grace)», subrayó el político opositor Douglas Mwonzora, del Movimiento para el Cambio Democrático (MDC-T).
Por su parte Mugabe -quien declaró que gobernará Zimbabwe «hasta que Dios lo llame»- tenía previsto volver a presentarse en 2018 para un nuevo mandato al frente de un país sacudido por una grave crisis económica y financiera.
Esos planes fueron frustrados por la intervención militar de este miércoles 15.
Fuente: Reuters