Por Ivan Nechepurenko
En caso de que Putin se postule, hay pocas dudas sobre el resultado. Sin embargo, los comicios de marzo tienen una mayor importancia debido a las incertidumbres de la guerra.
La semana pasada, cuando le preguntaron qué tipo de líder debería remplazar al presidente ruso Vladimir Putin, su portavoz de mucho tiempo dio una respuesta rápida y sencilla: “El mismo”.
“O diferente, pero el mismo”, le respondió el portavoz, Dmitry Peskov, a una red de televisión rusa, a lo que añadió que estaba seguro de que, si Putin se postula, ganará las elecciones “sin duda” y seguirá siendo “nuestro presidente”.
Pocos dudan que Putin se postulará para ganar otro periodo presidencial en las elecciones programadas para marzo. La expectativa generalizada es que haga el anuncio oficial de su candidatura el mes próximo.
También hay pocas dudas acerca del resultado de esas elecciones; en el autoritario sistema político de Rusia, siempre se han reportado las victorias de Putin como aplastantes. Ha estado al frente de Rusia, bien sea como presidente o primer ministro, desde 1999.
Sin embargo, las próximas elecciones presidenciales son más significativas; se trata de las primeras que se celebrarán después de la invasión rusa a gran escala en Ucrania en febrero de 2022, la decisión más relevante de Putin desde que cruzó por primera vez los muros del Kremlin como dirigente del país hace dos décadas.
Además, las elecciones influyen de manera directa en la estrategia de guerra de Putin para 2024; en concreto, si ordenará o no una nueva movilización de soldados, lo que podría ser una medida impopular en el país, después de ganar su quinto mandato como líder de Rusia.
“La guerra y la movilización son cada vez menos populares”, afirmó Andrei Pertsev, analista de política rusa para Meduza, sitio web de noticias rusas con oficinas en Riga, Letonia. “Hacen que la gente se sienta ansiosa”.
Los críticos cuestionan el propósito de unas elecciones presidenciales en un país en guerra donde la mayoría de los líderes de oposición están encarcelados o han sido forzados a huir al exilio, y la maquinaria electoral controlada por el Kremlin determina quién puede postularse y quién no, además, la mayoría de los medios noticiosos populares solo alaban a quien está en el poder.
Grigorii Golosov, profesor de ciencias políticas en la Universidad Europea en San Petersburgo, Rusia, indicó que Putin quiere asegurarse de que nadie pueda poner en duda su legitimidad al mando del Estado ruso, sobre todo distintos grupos dentro de la clase gobernante del país.
“Tanto la población en general como la clase gobernante rusa están conscientes de que no ha existido ninguna rivalidad política real en Rusia desde hace muchos años”, explicó. “Pero no hay una gran diferencia entre la legitimidad real y su imitación”.
Golosov señaló que incluso la apariencia de legitimidad electoral ayudaría a Putin a superar una crisis nacional, si acaso ocurriera, y citó como posible ejemplo la rebelión fallida en junio de Yevgeny Prigozhin, jefe de un grupo de mercenarios.
“Situaciones similares podrían presentarse en el futuro”, aseveró Golosov.
Serán las primeras elecciones que se celebren tras la actualización hecha a la Constitución de Rusia que, de hecho, le permite a Putin competir por quinta vez porque puede argumentar que se reinició el conteo para el límite de su mandato.
Se espera que muchos otros candidatos participen en la contienda, incluidos representantes de dos partidos políticos (el Partido Comunista y el Partido Liberal-Demócrata de tendencia nacionalista) que han sido rivales estratégicos convenientes durante las campañas previas de Putin. Como ocurrió durante las dos elecciones previas, es posible que el Kremlin también le permita participar a un candidato liberal, aunque algunos expertos opinan que todavía no hay nada seguro porque lo más probable es que un candidato de esa ideología adopte una postura de campaña contra la guerra en Ucrania.
Por ejemplo, Boris Nadezhdin, uno de los pocos políticos rusos que ha anunciado su intención de postularse, calificó la guerra —u operación militar especial, como la llamó— un “error fatal” de Putin y declaró que ponerle fin sería su prioridad número 1.
“Putin está arrastrando a Rusia al pasado”, dijo Nadezhdin en una entrevista con Zhivoy Gvozd, un medio de noticias ruso en YouTube, este mes. “El principal problema es que Putin está destruyendo las instituciones clave de un Estado moderno”.
Para poder registrarse formalmente como candidato, Nadezhdin necesitaría recolectar 100.000 firmas de todo el país. La Comisión Electoral Central tendría que examinarlos, un proceso que, según los analistas, le permite al Kremlin filtrar a contendientes no deseados.
“Creo que la probabilidad de que logre registrarse es prácticamente ínfima”, dijo Golosov, el analista político.
En el extremo opuesto del espectro político, Igor Girkin anunció su intención de postularse y unir a todas las fuerzas pro guerra bajo su bandera. Girkin, también conocido bajo su nombre de guerra Strelkov, avivó el nacionalismo ruso como señor de la guerra y bloguero militar en Ucrania, pero también criticó ocasionalmente al Kremlin.
Girkin está en prisión acusado de extremismo por criticar la forma en que Putin desplegó la guerra, diciendo que el líder ruso fue “demasiado amable” con sus adversarios.
Es poco probable que tanto a Nadezhdin como a Girkin se les permita unirse a la contienda presidencial.
No obstante, las elecciones podrían darle problemas al Kremlin, según algunos expertos. Aunque los resultados son inevitables, las elecciones in Rusia en algunas ocasiones han representado un punto de inflexión significativo cuando el sistema político ha estado más vulnerable que de costumbre. A finales de 2011, por ejemplo, decenas de miles de rusos abarrotaron las plazas centrales de Moscú y otras grandes ciudades rusas en protesta de unas elecciones parlamentarias que consideraron amañadas.
Este año, la guerra en Ucrania le suma un nuevo elemento de incertidumbre, en opinión de varios analistas. Si bien Rusia ha podido contener la contraofensiva ucraniana y está organizando sus propios ataques, está sacrificando a decenas de miles de soldados sin conseguir ningún logro significativo ni obligar a Kiev a negociar.
Y en tanto se prolongue la guerra, los rusos seguirán ansiosos ante la posibilidad de que sea necesaria otra ronda de movilización de hombres para combatir. El Kremlin ordenó un reclutamiento en el otoño de 2022, pero no ha anunciado ningún otro, pues le preocupa que la respuesta sea negativa a nivel nacional. Esperar hasta que pasen las elecciones eliminaría al menos parte del riesgo político.
Una encuesta realizada por la empresa de investigación rusa Field, organización apartidista con oficinas en Moscú, reveló que, por primera vez desde que inició la guerra, más rusos dijeron que apoyan la opción de sostener negociaciones por encima de que continuar el combate armado. Casi dos terceras partes de las personas contactadas por teléfono respondieron que apoyarían un acuerdo de paz en Ucrania si se firmara mañana.
La encuesta se realizó con 1611 participantes y 6403 se negaron a tomar parte, lo que subraya la dificultad de realizar encuestas en Rusia.
La empresa independiente Levada descubrió cambios similares en su encuesta dada a conocer a finales de octubre, en la que el 55 por ciento de los encuestados indicaron que preferirían conversaciones de paz a que continúe la guerra.
El Kremlin está consciente de este cambio en el ánimo, señaló Pertsev de Meduza. Aunque Putin todavía tiene gran interés en la situación militar, Pertsev comentó que el Kremlin ha alejado visiblemente su agenda de la guerra y la ha acercado a problemas mucho más mundanos, como el desarrollo de infraestructura para el país.
El lunes, por ejemplo, Putin lideró una ceremonia para la entrega de 570 autobuses a 12 regiones rusas.
“La guerra solo empeora todo para la campaña presidencial”, afirmó Pertsev en una entrevista. “Le recuerda a la gente las dificultades”.
En vísperas del inicio de la campaña, el Estado ruso organizó una enorme exposición sobre Rossiya en Moscú. Ahí, las personas atraviesan un videotúnel de 150 metros que ilustra los distintos logros del país al mando de Putin, como la construcción de edificios residenciales y carreteras. No se menciona en absoluto la guerra.
Pertsev sostiene que la exposición se diseñó para crear un “fondo teatral” para la campaña de Putin. El Kremlin también organizó un concurso en el que las familias pueden ganar certificados de apartamentos nuevos o viajes por Rusia. El periodo del concurso coincide con el de las elecciones.
“La estructura vertical de poder de Rusia aprovecha las elecciones para demostrar una vez más que todo va bien y que Occidente no ha acabado con Rusia”, explicó Pertsev. Otro factor importante para realizar las elecciones, en su opinión, es que a Putin “le gusta que su trabajo y el amor de la gente por él se demuestren públicamente”.
“Mientras más envejece, más le gusta”, concluyó.