A Santa Luisa de Marillac la podemos conocer por sus escritos y la labor de sus hijas. San Vicente de Paul tuvo en ella su contraparte apostólica.
La Familia Católica requiere, para estar cohesionada y poder amarse mutuamente, del auténtico norte de vida que nos indica la Santa Monja de la Caridad.
Pidamos a la Virgen de la Medalla Milagrosa de Santa Catalina Labouré que demos el paso del cumplimiento religioso a la entrega caritativa por quienes nunca podrán devolvernos el bien que podemos darles.
Santa Luisa nos ha legado a través de sus Hijas de la Caridad el verdadero sentido del cristiano, es decir, el servicio a los pobres en las escuelas, hospitales, asilos, orfanatos, manicomios y casas de beneficencia con una espiritualidad de caridad, humildad y sencillez.
¡Hay esperanza!