Reflexionemos en las palabras con que el Obispo misionero Claret orientaba desde su vivencia a sus discípulos:
Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
En este Jueves Eucarístico y Sacerdotal del Pan partido y repartido para todos continuemos sin desfallecer en darlo todo para la salvación de la sociedad humana.