El Niño Jesús asumió la condición de sirviente nuestro, siendo Dios.
Uno de los frutos del lavatorio de los pies es el diaconado.
La labor de los hombres que ejercen el Sacramento del Orden Sagrado es ser sirvientes de las mesas de los huérfanos y las viudas, los más necesitados de los necesitados.
La vocación de mayor gloria es ser sirvientes de la Iglesia para un mundo con todo tipo de carencias materiales que hacen de nuestra sociedad un ámbito inhumano.
El culto sin servicio directo a los más pobres es solamente una exposición personalista. Pidamos al Primer Mártir Cristiano, en esta última semana del año, que se convierta nuestra Comunión Sacramental en pronto auxilio de la multitud que quiere ver cambios sociales en la espiritualidad del grupo eclesial al que pertenecemos.