Cortar con todo lo que se resiste al cambio y está estancado, y por tanto, destinado a morir. Libre, sin anclas ni dependencias.
Llega el tiempo en que hay que cruzar al otro lado del río, si no te ahogas. La masificación y las ideas únicas atrofian, entristecen y se descubre la persona prisionera de intereses ajenos y traicioneros a su llamado vocacional.
¡Qué mayor gloria que ser aprendiz de todo y maestro de nada!
San Francisco Xavier tuvo todo en la vida y no le llenaba nada más que Cristo Eucaristía y que fuese recibido por todos.
Todo permanecía igual y era usado en beneficio propio de pocos.
Por ello, va a otros mares, lejanos y a gente nueva, y en el intento, a temprana edad, por las exigencias de la misión que el asumió por su propia voluntad, la muerte de este jesuita le convierte en el patrón de las Misiones junto a Santa Teresita del Niño Jesús.
¡Todos somos misioneros!