No hay mayor amor que dar la vida por la Iglesia, nuestra Madre.
Donde está la Iglesia hay para todos:
ALIMENTACIÓN,
EDUCACIÓN y
SALUD…
es decir, allí está el Espíritu de Dios.
De lo contrario, sería una agrupación espíritualoide y supersticiosa que busca favores para sus integrantes.
Hacer caso omiso a confrontaciones y roces para centrarnos en la misión de edificar y purificar una sociedad de valores cristianos y virtudes profundamente humanas. Así lo hicieron los Santos Hermanos, tan queridos por San Juan Pablo II, Cirilo y Metodio, los evangelizadores enviados de los pueblos eslavos, enviados a finales del primer milenio por el Papa para que los pueblos del este europeo diesen el salto a una mejor calidad de vida, fruto de la intensa vivencia que trae consigo la Comunidad Cristiana de Eucaristía que busca ser fiel a la verdad, a la unidad y a la caridad.
Pidamos a María, la Toda Santa, para que la guerra diabólica cese en esas tierras que pertenecen a Dios.