Celebramos la primera manifestación del Niño Dios a toda la humanidad presente en los Sabios que han venido desde los Confines de la tierra a ofrecerle a Él INCIENSO porque es el Cordero, el Siervo, el Hijo Amado de Dios.

Le trajeron ORO para que su Sagrada Familia peregrina pudiera subsistir a tan tortuoso y apresurado viaje de huida del tirano homicida de Belén a Egipto, y luego al largo ocultamiento de tres décadas por temor a sus poderosos persecutores en Nazaret.

Tarde o temprano, sabían San José y la Virgen María que su Hijo requeriría de la MIRRA que le ofrendaron aquellos temerosos de Dios para su pasión y muerte para salvarnos con su sacrificio en la Cruz.

El Pequeño Jesús también se hace presente hoy en cada niño y en cada adulto que carece de lo más básico, que está sólo, maltratado, pide limosna y duerme en las calles.

Los Magos le dieron todo lo que tenían a Jesús.

Nosotros, además de dinero, hemos de dar calor y socorro porque esos desamparados son también Sacramento del mismo Dios.