Por Sergio Amparo*
En estos últimos días, como en distintos momentos, nuestra sociedad vive un dolor, una frustración, una impotencia mas por la muerte a tiros de una pareja de esposos, pastores evangélicos, según dice la policía, confundidos con delincuentes. Reclamaos, porque fue injusto y nos duele que dos personas inocentes y que además practicaban el bien murieran en un acto tan cruel e inhumano. Sin embargo, viendo nuestros cuerpos castrenses, debemos estar conscientes que son un reflejo más de esta sociedad que va en descomposición social ascendente. Donde hace tiempo que “papeleta mató a menudo”, y “más pudo el interés que el amor que le tenía”.
Hemos llegado a un punto donde si un político roba, justamente se acusa de ladrón, pero si llega a un cargo alto y sale pobre de éste, entonces se le dice que un “paolomo” o pendejo, porque en la mentalidad del mal, “no supo aprovechar una oportunidad de hacerse rico” así fuera haciendo lo mal hecho. Cabe preguntarse, quién entiende una sociedad, que por un lado quiere honestidad y por otro promueve el robo?
Hay una máxima que expresa “que si dañamos al prójimo, nos dañamos a nosotros mismos”, porque ese mal es como un búmeran, que aunque lo lace lejos, volverá hacia mí. También se ha expresado que los malos triunfan cuando los que hacen el bien bajan la guardia, es tiempo de realzar lo bueno, de valorar las acciones correctas de nuestros ciudadanos.
Si queremos un cambio que dirija nuestra sociedad hacia un rumbo pertinente y en este caso específico de la policía nacional, debemos tomar como consigna educar nuestros hijos con valores éticos, como el trabajo honesto, la justicia, respeto a los demás, honestidad, responsabilidad, valores ciudadanos, no hay forma de tener una sociedad justa donde no se eduque en este sentido.
Sin embargo sigo pensando que los malos son los menos, lo que pasa es que lo mal hecho hace mucho ruido, como dice un viejo zorro del periodismo dominicano, que se hace llamar la enciclopedia humana “lo bueno no vende”, muchas veces los medios son facinerosos, movido por un morbo social, que le encantan las noticias trágicas, muy parecidos a una vieja revista que circuló en nuestro país, que se llamaba ”Sucesos”, que si la exprimía, votaba sangre.
Yo soy de los que aun todas esas situaciones sigo esperanzado en nuestro país, creo que podemos enderezar el rumbo torcido que se está desarrollando, creo en el amor, el perdón, la capacidad de reorientarse, también creo en la aplicación de consecuencias cuando se comete dolo en cualquier circunstancia, pero sobre todo al estado, porque se al tomar los bienes del pueblo, se le quita la oportunidad a los más débiles de vivir con dignidad.
*M.A. Sergio Amparo, Orientador, Neuropsicólogo educativo.