Por José Reyna*
En mi reciente visita por la República Dominicana pude constatar en distintas comunidades de la región Noroeste la indiferencia o timidez de algunos jóvenes, muchos de los cuales no tienen claro el papel que van a desempeñar en la sociedad que les ha tocado vivir.
Una de las razones por las que en ocasiones los jóvenes se muestran apáticos, indiferentes o ingenuos no sólo en sus casas sino en las escuelas es porque no sienten que alguien se interese realmente por ellos, alguien que le demuestre afecto y compromiso real para ayudarles.
El descuido de los padres de no asumir su responsabilidades como tal, de educarlos correctamente, dejarlos a merced de la escuela, la Internet, televisión y otros medios influyentes que van en perjuicio de su salud emocional y física, que los envuelve en un círculo vicioso, los atrapa e impide insertarse como buenos seres humanos en la sociedad.
Algunos los factores negativos que influyen en su buen desarrollo son los siguientes: autoridades ausentes, padres irresponsables, juventud sin la debida preparación mental y económica, factores que se convierten en retrancas para procrear, bien educar y preparar para la vida, para formar familias equilibradas.
Es por esto que vemos tasas tan altas de jóvenes que no están bien encaminados, arrastrados y seducidos por la delincuencia, el pandillismo, las drogas. Todo esto genera irrespeto a las autoridades, a los mismos padres, en fin a la sociedad completa.
El alto índice delincuencial tiene su raíz en la ausencia de políticas públicas de desarrollo, de oportunidades de cursos-talleres, orientaciones, promoción del deporte, la recreación y preparación laboral, hacia una vida productiva.
No podemos seguir permitiendo el descuido de las autoridades y de los padres y tutores, llamados a incentivar al estudio, el deporte y la consiguiente disciplina, garantías seguras para alejar de los vicios y romper el círculo vicioso de la ociosidad que nos arropa.
Si cada uno hace lo que tiene que hacer, en un futuro cercano tendremos jóvenes útiles y orgullosos de dar a su país conocimiento y fuerza de trabajo.
Las autoridades están en el deber de implementar planes claros, con visión clara para encarar de modo correcto el presente y futuro de la niñez, de la juventud. Debemos apoyarles, contribuir en cada etapa de su desarrollo físico, mental y emocional.
A los jóvenes sin rumbo, les motivo a que estudien, que sepan elegir siempre lo correcto, observar las amistades, alejarse de los vicios y de las personas que no aportan más que problemas; apartarse de todo aquello que afecte el sano desarrollo, hacia una vida útil de estudio, trabajo digno y la incorporación en la recreación, el deporte, la música, etc.
Padres, tutores, y autoridades. Estamos a tiempo. Vamos a ponerle atención y a inculcar valores, como el respeto, el amor al prójimo, la responsabilidad y la honestidad.
El futuro de nuestra sociedad está en la niñez, en los jóvenes.
Termino mi artículo con una reflexión Bíblica para los Jóvenes.
Que nadie te menosprecie por ser joven. Al contrario, que tu palabra, tu conducta, tu amor, tu fe y tu limpio proceder te conviertan en modelo para los creyentes. (1 Timoteo 4:12).