Por Juan Tomás Valenzuela
Con el caso del doctor
que está preso en la Victoria,
por la muerte de una escoria
que asaltaba en su sector,
este Estado malhechor
y su podrída justicia,
han actuado con malicia,
con saña y con dejadez,
pues no ha aparecido un juez
que resuelva esta injusticia.
El doctor que fue asaltado
por el rufián «Lagrimita»,
está cobrando colita
por la muerte del malvado.
El ratero fue ultimado
al momento del asalto,
por un pueblo que esta «jarto»
de tanta inseguridad
y entonces la autoridad
actúa de modo insensato.
En vez de otorgarle un premio
al doctor y a su sobrino,
la autoridad intervino
a inculparlos con apremio.
Ni siquiera los del gremio
han elevado su voz,
y los mandan a los dos
a purgar a la Victoria
una prisión transitoria
por su «crimen» tan atroz.
Al médico Julio Gómez
y al sobrino Federico,
los quieren hacer añicos
por enfrentar a los ladrones,
sin embargo los guasones
del gobierno y la justicia,
de manera subrepticia
actúa a favor del mal,
enterrándole el puñal
a quien reclama justicia.
El doctor y el sobrinito
están hoy en la Victoria,
mientras que otras dos escoria,
Argenis y Quirinito,
andan sueltos, sueltecitos
como espaguetis al dente,
porque un juez inteligente,
a uno lo dió por muerto
y el otro, en un caso abierto,
no le armaron expediente.
Según Mariano Germán
y el procurador gallina,
ni la justicia divina
opera con tanto afán.
No hay médico ni truhan
que pueda violar la ley,
de Dajabón hasta Higuey
todo está comprometido,
excepto los del partido
o de la torre Caney.