Por el P. Manuel Antonio García Salcedo.
El 6 de agosto DE 1964, fiesta de la Transfiguración del Señor, se publicó la primera encíclica del Beato Pablo VI: Ecclesiam Suam y paradójicamente un nuevo aniversario de su paso de la cruz a la luz eterna.
Su origen, sus contenidos y su estrecha vinculación al CVII constituyen las pautas a seguir para la renovación de la Iglesia en nuestros tiempos.
La encíclica programática del Papa Montini (1963-1978) sobre los caminos que la Iglesia Católica debe seguir para cumplir su misión tiene su génesis en un dossier de apuntes del Papa, y presentados en el discurso de apertura de la segunda sesión del Concilio el 29 de septiembre de 1963.
El punto de partida de dicho documento pontificio fue resaltar el carácter cristológico del Concilio, así como señalar las observaciones que habían de seguir los trabajos conciliares por parte de los Padres Conciliares.
Fueron las lecturas constantes de Pablo VI: humanidades, teología y los diversos temas culturales del momento..
Tres causas posibles de la no publicación de la encíclica a inicios del pontificado de eran: el necesario ordenamiento del Concilio Ecuménico Vaticano II,la implementación del diálogo al interior de la Iglesia Católica, con el mundo del pensamiento y la cultura, con las religiones no cristianas, con las Iglesias Cristianas y la priorización misionera de la Iglesia.
El primer gran signo previo fue fue la primera salida misionera de un Papa fuera de Europa: La Peregrinación a Tierra Santa (6 de enero del 1064).
Pensada, compuesta, y escrita por él Papa mismo, y llevada a final revisión por Pasquale Macchi, Monseñor Carlo Colombo y Giuseppe Colombo, es el ocumento es el más extenso de inicios de un pontificado: 64 citas bíblicas. 14,784 palabras, verdadero compendio de los principales temas teológicos, cuya perspectiva práctica o moral se formula en la constitución conciliar Gaudium et spes.
El esquema y los contenidos de la ES se demarca en grandes caminos: espiritual o la conciencia, renovación ascética, práctica y canónica, y el apostólico o el diálogal.
Un prólogo, 3 capítulos: la preeminencia de la fe, sus presupuestos irrenunciables y el diálogo en círculos concéntricos brotaron de las principales intervenciones de Pablo VI en el tercer periodo conciliar (14 de septiembre-21 de noviembre de 1964).
Ecclesiam Suam presenta una exigencia adintra o interna para la Iglesia y su misión adextra o hacia fuera de ella: un llamado a la “conversión” hacia una actitud dialogal como sello de identidad y carácter irreversible de la comunidad eclesial en sus relaciones.
S. Francisco, el nuevo Pablo VI, da respuestas a las anteriores inquietudes desde que utilizó como documento programático de inicios de su pontifica la exhortación apostólica post-sinodal Evangelii Gaudium de carácter comunitario con múltiples concordancias con ES.
Los capítulos II-III de EG aportan el gran tesoro del diálogo social con los estados, con las culturas y la ciencia y con los creyentes de todo el mundo.
Concluimos afirmando que la ES ha dejado una perenne herencia: el dialogo pneumatológico o del Espíritu Santo de las relaciones intraeclesiales, intercesiolaes e interreligiosas.
Las tareas pendientes del diálogo pneumatológico de la ES son redescubrir el papel del Espíritu Santo en las instancias eclesiales y extraeclesiales, y el anhelado equilibrio teológico dialogal tanto indagatorio como explicativo para todos.
El aporte de la ES fue el pasar de un eclesiocentrismo a una eclesiología eucarística de los primeros siglos de la Iglesia.
El movimiento centrípeto de ES fue aplicado de manera centrifuga en la Constitución Conciliar Dogmatica Lumen Gentium sobre la Iglesia que tiene al Papado como principio ecuménico que se desarrollo en la declaración conciliar Unitatis Redintegratio que ha marcado en la GE la pauta hacia una teología de la humanización o de los derechos humanos.