María, Madre de la Iglesia y de todos los hombres: Un posible acercamiento a la mariología de manera continuada.
Por el P. Manuel Antonio García Salcedo.
La vida de María gira en torno al cuidado, educación y seguimiento de Cristo. La Iglesia, co-ofrece como María, el don de la carne y sangre eucarística [1], sacrificio de la cruz.
Esto ha permitido la formulación de los dogmas de María a partir de los títulos litúrgicos que la declaran desde el principio la enemiga del mal, desde su concepción, para que ella al dar a luz corporalmente a su Hijo, alumbrara espiritualmente a todo el género humano, reflejo de una nueva vida en los alumbramientos de Nuestra Señora la Madre Iglesia.
La relación de Mael ría con su Hijo hasta el camino hacia la muerte como Virgen Dolorosa de pie junto a la cruz, la convierte en Madre de la Iglesia, y la Iglesia se convierte en hogar de María, Madre valerosa, que no se deja derrumbar por el dolor.
Prototipo, imagen y espejo de la Iglesia, María ha llegado a la plenitud con la asunción, fin de la marcha larga e incansable del pueblo de Dios en peregrinación, aquello que la Iglesia está llamada a ser, un “signo de esperanza, Abogada, Auxiliadora, Ayuda y Mediadora» (LG 62).
La clave de nuestra relación y vinculación a la Madre de Dios se presenta en la constitución dogmática Lumen Gentium, capitulo VlIl, del Concilio Ecuménico Vaticano II, compendio de la enseñanza del Magisterio eclesiástico fiel a los Santos Padres y a la historia de la Mariología[2], donde la Santísima Virgen refiere su maternidad hacia todos los hombres (n. 60) en el orden de la salvación (n. 61), perennemente operante (n. 62).
Existe un gran campo de reflexión abierto sobre nuestra relación con la Madre de Jesús:
María dio a luz al Cristo, cabeza de la Iglesia Virgen, de la que nacen del Espíritu Santo muchos, acontecimiento que se actualiza por la predicación de la palabra y la administración de los sacramentos[3]. De acuerdo al plan divino de salvación, Cristo nace en un camilla de parto: el altar de la Cruz.
Así, María, Madre de las gentes[4], es madre de la unidad, de un solo hombre nuevo. Inapreciable referencia para el avance del diálogo ecuménico e intereligoso, teniendo a la Madre como signo de vinculación, no de separación, contenido del mensaje mariano de S. Juan Pablo II[5] y Benedicto XVI[6].
Nos toca ahora descubrir el manto de María Santísima sobre el pontificado del Papa Francisco hasta la fecha.
Propongo hacer un listado de las mujeres que han dejado la huella de Dios en tu vida, familia, comunidad y entorno. Tanto las que van camino al cielo, como aquellas que todavía están en la tierra representan el rostro amoroso y maternal de Dios entre nosotros.
Demos inicio a la MARIOLOGíA Continuada…
[1] María engendra al Cristo terreno, así la Iglesia engendra al Cristo Eucarístico en cada santa Misa, donde siempre está presente la Virgen Madre, junto a los santos de Dios.
[2] La maternidad Mariana es referida magisterialmente por:
-León XIII: «Como llamamos a Dios padre, así tenemos derecho a llamar y a tener a María como madre».
-S. Pío X: «Madre de Dios y de los hombres juntamente. ¿No es acaso la madre de Dios? Por tanto, es también nuestra madre…».
–Pío Xl: «Tú eres la madre de todos… Bajo la cruz fue constituida madre de todos los hombres».
–Pío Xll: «madre común y universal de los creyentes…. madre santísima de todos los miembros de Cristo».
-El florilegio mariano de S. Juan XXIII es riquísimo en referencias a María, madre del papa y de los obispos; a ella le confía la Iglesia y el concilio.
–Beato Pablo Vl quiso encauzar la enseñanza del concilio proclamando solemnemente a María, «Madre de la Iglesia», es decir, «de todo el pueblo de Dios, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman madre amorosa, y queremos que de ahora en adelante sea honrada e invocada por todo el pueblo cristiano con este gratísimo título». En la Marialis cultus (2 de febrero de 1974): «La Iglesia prolonga en el sacramento del bautismo la maternidad virginal de María» (MC 19); «María colabora con amor materno a la regeneración y formación espiritual de todos los fieles» (MC 28).
[3] Las letanías marianas son las letanías de la Iglesia, y a la inversa.
[4] Existe una especie de pericoresis y una comunicación de idiomas (Scheeben), de modo que podemos a ciencia cierta llamar a María, Madre de la Iglesia, por dar a luz cada día al Cristo siempre asociado a su cuerpo místico.
[5] S. Juan pablo II asumió con lema de su Pontificado “TOTUS TUUS”: María, todo tuyo soy.
[6] Benedicto XVI: “la maternidad, hoy también se pone de relieve la virginidad de María. Se trata de dos prerrogativas que siempre se proclaman juntas y de manera inseparable, porque se integran y se califican mutuamente. María es madre, pero madre virgen; María es virgen, pero virgen madre. Si se descuida uno u otro aspecto, no se comprende plenamente el misterio de María, tal como nos lo presentan los Evangelios. María, Madre de Cristo, es también Madre de la Iglesia, como mi venerado predecesor el siervo de Dios Pablo VI proclamó el 21 de noviembre de 1964, durante el concilio Vaticano II. María es, por último, Madre espiritual de toda la humanidad, porque en la cruz Jesús dio su sangre por todos, y desde la cruz a todos encomendó a sus cuidados maternos”.
BIBLIOGRAFIA:
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- Gómez Fernández, Alonso; ¿Qué hay entre tu y yo, mujer?, teoría del elogio encubierto en las bodas de Cana. Ed. Edicep, Valencia, 2005.
- Larrañaga, Ignacio, El Silencio de Maria, Ed. Susaeta, 1989.
- Lafrance, Jean, En Oración con Maria, La Madre de Jesús, Ed. Narcea, 1991.
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- Juan Pablo II, Redemptoris Matter.
- Midred, Jean-Paul, Maria en los Evangelios, Ed. Verbo Divino, Estella (Navarra), 1992.
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- Torres B. Araujo, Rafael, Maria, Inmaculada y Santa, Ed. Paulinas, Caracas, 1988.
- Vigil, José Maria; Maria de Nazaret, Ed. Paulinas, 1985.