Una espiritualidad sin Dios
Por el P. Manuel Antonio García Salcedo (24 de mayo del 2015)
¿Es posible una espiritualidad sin Dios?
El mundo y su realidad visto solo desde su aspecto material decrece en lo social. Uno de los aspectos de este mundo del materialismo es el hombre sin Dios o al margen de Dios.
Este pretende, una vez todo lo alcanzado, construir una espiritualidad sin Dios. Saciar su hambre de eternidad, sin Dios. Encontrar el sentido de todo lo creado, sin el hacedor de todo.
El resonar de Dios ha muerto consiste hoy en dia en acallar la voz de Dios.
Se quiere llamar espiritualidad al cultivo en si mismo de la disciplina, la libertad y la verdad, y especialmente de la moral individualista y circunstancial de necesidades.
Las maneras de asumir la muerte, el dolor, la vida extraterrestre y el cuidado de la naturaleza, los animales y los materiales de que estan hechos los alimentos y el vestido se les llama espiritualidad secular.
Incluso a una persona que es solitaria, que escucha música clásica o que admira las obras de arte se le llama espiritual, aun no tenga esta ninguna referencia a Dios en aquellas disciplinas que cultiva.
Incluso personas que estudian teología, la enseñan en universidades y escriben libros pero no tienen la menor práctica religiosa, vinculación a la Iglesia ni cultivo de vida interior, recahzo a la jerarquia eclesiastica o que integran practicas orientales a la fe cristiana, vegetarianos, e incluso personas que hacen ejercicio con frecuencia se llaman asi mismo espirituales por estas prácticas. Asistimos a un reduccionismo y relativización de la espiritualidad.
Esto ocurre cuando la espiritualidad cristiana o de otra religión se presente de manera no apetecible, no adaptada a los tiempos e infuncional.
Incluso se le llama practica espiritual ir a una casa al campo y no hacer nada, caminar, escalar, mirar al mar sin ninguna devoción a un ser trascendente, hasta se nombra como acto espiritual cuando hay una tragedia, una muerte o alguna injusticia y salir todos los empleados de una empresa o institución y hacer un minuto de silencio y luego aplaudir, a eso se le llama un acto espiritual.
El pluralismo de creencias ha pasado a una espiritualidad nihilista. Se exalta la nada, el vacio o un cierto orden, sistema social, libre de violencia física y con un confort de vida.
El amor a una persona, a una familia, e incluso la ingesta de drogas y alcohol, y otras formas de hedonismo como convivencia social los fines de semana o socializando a ciertas horas del día se le encaja en este sentido.
En definitiva el hombre sin Dios no puede ser espiritual. Y el hombre que no es espiritual no va de camino a su plenitud. A lo sumo a un ser de subsistencia diaria y saciar su necesidades diarias. Es lo mas que se aspira.
Pero la espiritualidad no es solo la asimilación racional de un mensaje. Es una relacionalidad con Cristo y con los miembros de su cuerpo, cuando hablamos de la fe cristiana. La conceptualización no es espiritualidad, igual que el cumplimiento de una religión.
La espiritualidad parte de la iniciativa divina. No de lo que hacemos. Es un movimiento descendente al que cada uno responde. Una respuesta individual, aunque sea un contexto comunitario. No es un pelagianismo que alcanzo por mis fuerzas ni que parte de una base o de un conjunto de sistemas de reflexión. Es experiencia del Dios vivo que tendrá su repercusión en la vida diaria.
No se puede confundir espiritualidad con un humanismo fundamentado solo en valores y principios éticos. Es primero acogida de un llamado el cual se busca profundizar en todo momento, porque ha dado una nueva dimensión a toda la existencia de la persona. Es el descubrimiento del Otro, totalmente distinto como amor perfecto encarnado, y a la vez tan semejante en todos nuestros padecimientos, menos en aquellos que son egoístas.
La espiritualidad no es hacer cosas, o cosificar la gracia como algo que se pierde o se gana como resultado de meritos. Estos son frutos de dicha relacionalidad.
Se puede llamar espiritualidad a tantas cosas. A las diversas practicas seculares de alto valor ético y humanizante, y se puede llamar espiritualidad a practicas religiosas frecuentas, pero reducir la espiritualidad a estos ámbitos suena a una religión prevaticano II, lo cual no debe ser despreciable, pero no satisface al hombre de este tiempo. Sino solo debemos vemos las practicas sacramentales en los países del primer mundo o escuchar decir falte a misa y no pude cumplir. Mentalidad legalista y no relacionalidad de amistad agradecida e deseosa de crecer en intimidad de comunión por los beneficios espirituales recibidos.
Incluso se llega a vincular espiritualidad con nacionalismos, con cierto tipo de prácticas culturales y con ciertos grupos de diversas características.
Grandes portadores de espiritualidad son los monasterias no solo cristianos, que van estructurando las condiciones para que este encuentro y luego esta comunión cotidiana se den en la dinámica búsqueda y encuentro que siempre esta creciendo.
Hoy en dia se requiere de una espiritualidad más definida para quien tiene responsabilidades en la vida secular. Muchas veces las cosas que agradan o impactan pueden encuadrarse en un marco de espiritualidad. Pero la mayoría de las veces deben pasar por un proceso de maduración que solo da el tiempo, pues lo que agrada a los gustos personales o grupales no pueden definir lo esencial de una relacionalidad con Dios o una espirtualidad.
No se debe reducir, aunque si estoy de acuerdo que es esencial a toda espiritualidad el salir de si y específicamente ayudar a los mas pobres. Es la comprobante de toda relación con Dios, con los demás y consigo mismo la ayuda a los más pobres.no debería pasar
Pero no caer en el extremismo, incluso violento de la ayuda a los pobres reduciéndola a una espritualidad de comunión cierta con Dios, pero interesante que esta es la resulta de toda verdadera espiritualidad.
Por ello, trato con Dios quien sabemos que nos ama, y el trato con los demás como Dios trata misericordiosamente a cada uno muestran lo que es espiritualidad.
Vida en el espíritu o espiritualidad es fruto del encuentro con Jesús.