Aunque al igual que en las últimas campañas el protagonista es el humor, Campofrío se ha tomado muy en serio su anuncio para esta Navidad. Un equipo de producción de más de 60 profesionales, cerca de 100 figurantes, una selección de cómicos entre los que destacan David Broncano, Yolanda Ramos o Susi Caramelo y una divertida ronda de cameos con Jordi Hurtado, Josep Pedrerol, Iker Jiménez o Cristina Pardo a la cabeza se dan cita bajo la dirección del cineasta Daniel Sánchez Arévalo en un spot que se desarrolló durante tres jornadas maratonianas, con Papel como testigo en exclusiva en una de las localizaciones: una finca rural situada en la localidad madrileña de Valdemorillo.
La primera imagen que se topa este diario al llegar al lugar sorprende: ajeno al frío, ataviado con un ligero traje de tonos rosados, Boris Izaguirre a lomos de un caballo recibe los últimos retoques de maquillaje. El chiste que sigue en la escena remite a la actualidad política: «El caballo de Santiago…» En cada una de las repeticiones de la toma, el equipo detrás de las cámaras rompe a reír. «El foco de la publicidad de Campofrío es el sentido del humor», explica en una pausa del rodaje Raquel Martínez, directora creativa de la agencia McCann y responsable de las últimas nueve campañas navideñas de la marca de embutidos. «Con ironía y cierta inteligencia se puede hablar de todo», añade.
El caballo de Santiago -de nombre real Chocolate– no es el único guiño a la actualidad política de este anuncio. También hay referencias al precio de los chalets en los que ya no sólo vive la casta o a una futura línea de AVE entre Madrid y Bruselas para facilitar los desplazamientos de un tal Puchi. «Las campañas de Campofrío tienen la capacidad de tocar temas complicados, pero de una forma no ofensiva», apunta Santiago Martínez, publicista responsable de la cuenta de la empresa en la agencia McCann.
Si en la Navidad pasada el argumento central del anuncio de Campofrío era el riesgo en el que se encontraba un «bien de lujo» como es el humor ante determinados intentos de restricción, este año el foco se pone en las fake news. Javier Gutiérrez ejerce de maestro de ceremonias y de hilo conductor en la sucesión de sketches de los que se compone el spot. Su papel es el de un emprendedor que monta una startup dedicada a fabricar noticias falsas a medida del consumidor. «La línea entre la información y la desinformación es ya tan delgada que da mucho vértigo», afirma el actor como argumento de la total pertinencia del asunto que trata la campaña. «Tenemos mucha responsabilidad en lo que queremos creer», añade con espíritu crítico: «Uno elige la emisora de radio que quiere escuchar, el periódico que quiere leer o el canal de televisión que quiere ver». De hecho el spot arranca con un dato muy significativo: las fake news se comparten un 70% más que las noticias reales.
Boris Izaguirre, tras completar sin accidentes su escena del caballo, se suma a la reflexión. «Tenemos que hacer una gran campaña por generar más responsabilidad ante las noticias falsas en las redes sociales», apunta. «Para no formar parte de eso, eres tú mismo el que tienes que dar el primer paso», sentencia.
El anuncio que se estrena hoy comenzó a idearse en junio. A las puertas del verano los creativos publicitarios iniciaron la búsqueda de ideas con la vista puesta en Navidad. Durante meses se elaboraron diferentes versiones de guion hasta que a mediados de noviembre quedó fijada la definitiva y se realizó la grabación. «Buscamos contar una historia y darle entidad cinematográfica», explica Sánchez Arévalo, quien ha contado para este trabajo con su director de Fotografía de confianza, Álex Catalán (ganador del Goya por La isla mínima). Su labor es darle coherencia unitaria a un mini cortometraje construido por diferentes gags protagonizados por actores profesionales, celebrities y, esta vez, algunos periodistas que han accedido a participar en una iniciativa comercial que hace campaña a favor de unos embutidos pero también en contra en las fake news.
«Lo fundamental es que hagan de sí mismos», apunta el director sobre el trabajo de los participantes menos acostumbrados al medio, como en años anteriores hicieron Jaime Peñafiel, Iñaki Gabilondo o el juez Garzón. «Se trata de reírse de uno mismo, pero no de ridiculizar», explica Sánchez Arévalo. «Es un anuncio con el colmillo afilado, pero no lo bastante para que sea hiriente», concluye Javier Gutiérrez; y también su colega Yolanda Ramos: «El límite del humor se parece a la amistad, si viene tu amigo y te escupe a la cabeza será tu amigo, pero es gilipollas».
La labor de producción de este anuncio, que en su versión más larga constará de tres minutos, pero que su formato para televisión quedará reducido a 90 segundos en los primeros días y a 60 en los siguientes pases, ha llevado también a la creación de toda una marca corporativa. La empresa liderada por el personaje de Javier Gutiérrez tiene nombre propio (Fake Me), logotipo (con la imagen de un Pinocho como icono) y sede en un complejo de oficinas reales situado en el Polígono de las Mercedes de Madrid, donde se tuvo que grabar en fin de semana para poder adaptar, decorar y dar una atmósfera propia al espacio sin interferir en los trabajadores de esas oficinas.
Y como clásico dentro de este ya clásico de la Navidad no falta un guiño imprescindible al eterno Chiquito de La Calzada, quien, de verdad, sigue en el corazón de mucha gente en esta época de fake news.
Fuente: El Mundo