Los riesgos de guardar todo en la nube, pros y contras de tener un asistente virtual y más para el fin de semana.
Así como hay recuerdos digitales —fotografías, correos electrónicos, archivos de audio—, también existe desorden digital y, según aprendí esta semana, putrefacción digital.
Se trata de la degradación que sufren los archivos guardados en memorias USB, viejos teléfonos, discos externos o en la nube, sin darnos cuenta de que acumulan una especie de polvo virtual y tal vez acaben por malograrse. Como es muy barato mantener esta información, nos hemos convertido en acumuladores involuntarios. La pesadilla 2.0 de Marie Kondo.
En un fascinante reportaje, Kashmir Hill, reportera experta en tecnología, explora las malas prácticas de quienes guardamos todo tipo de basuritas digitales, los incentivos del mercado y los riesgos de poner nuestra memoria en la nube. Kashmir invita a plantearnos una duda:
¿Estoy guardando esto para mí, para reflexionar sobre mi vida a medida que envejezco? ¿Es para mis descendientes? ¿Es para una inteligencia artificial que actuará como una prótesis de memoria cuando tenga 90 años?
Y aunque parezca un pelín descabellado, lo cierto es que cada vez hay más de nuestra vida cotidiana que depende de la tecnología, casi sin darnos cuenta. Entre sus predicciones para 2023, Brian X. Chen, redactor principal de tecnología de consumo, vaticina un año con asistentes de inteligencia artificial “más parlanchines”.
Si bien hay escépticos de la inteligencia artifical por el riesgo a la privacidad, existen experiencias como la de una mujer cuya madre tiene demencia “y Alexa nos permite mantenerla a salvo, acompañarla, alegrarle los días con música”.
Es un recordatorio de que hay objetos —en espacios virtuales o físicos— que sirven de puente con un momento o una persona especial. Hace poco leí un ensayo de Opinión sobre la función que desempeñan algunos objetos como depositarios de recuerdos y narradores de nuestra historia. El autor, Rob Walker, elogia el desorden con motivos sentimentales. “Tu acumulación de objetos viejos y raros es seguramente más importante que la siguiente innovación de moda que puedas comprar”, escribe.
Fuente: nytimes.com