Tuve mis dudas cuando leí acerca de la Desintoxicación Digital. Sonaba a un retiro monástico-vegano aplicado al mundo de los datos y la telefonía móvil.
Para alguien como yo, que depende de internet para trabajar y necesita estar conectado a tiempo completo, tomar un curso con ese título podía constituir un suicidio laboral.
Pero descubrí, para mi sorpresa, que tal no era el espíritu de este programa. Era, más bien, el de revisar y poner en orden tu vida digital.
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El programa, que dura ocho días y se llama en inglés Data Detox, fue diseñado por el consorcio colaborativo Mozilla (responsable del navegador Firefox) y el colectivo Tactical Technology.
Y parte de una premisa: aunque no se puede borrar de un plumazo lo que hemos hecho durante años de vida online, sí es posible usar la Desintoxicación de Datos para tomar mejores decisiones en el futuro.
Intrigada, decidí darle una oportunidad al programa, que venía resumido en una suerte de «kit de herramientas» y apunta a que los usuarios comiencen a pensar distinto sobre sus movimientos en el mundo digital.
Esto fue lo que descubrí en el proceso.
Día 1 – Miedo
El primer día del programa apunta esencialmente a poner en evidencia, para tu espanto, todo lo que internet sabe de ti a través de los motores de búsqueda.
Como periodista de tecnología —y millennial que soy—, gran parte de mi vida está disponible en internet y, tengo que aceptarlo, mucho no me molesta.
Sencillamente porque soy muy cuidadosa con las cosas que publico. Nada muy alarmante surgió con mis primeras pruebas en Google: contenido que hubiera podido predecir que aparecería al escribir mi nombre.
Esa tranquilidad comenzó a desvanecerse una vez puse mi nombre en buscadores alternativos como DuckDuckGo.
Estos motores alternativos no tienen intereses comerciales ni recogen información de tu historial de búsqueda para ofrecerte resultados personalizados —lo que limita la información que recibes—, sino que obtienen datos aleatorios de otras fuentes como Yahoo, Bing o Yandez.
Mi mejor amiga sabe muchas cosas de mí… pero claramente no tantas como Google»
Así, mientras Google autocompletó la búsqueda de mi nombre con «Sophia Smith Galer BBC«, DuckDuckGo sugirió «Sophia Smith Galer liberal».
Lo de Google es normal: escribo y me presento como periodista de la BBC en redes y en mis escritos, que están disponibles en internet.
Pero, ¿cómo pudo saber DuckDuckGo mis inclinaciones políticas? Eso me abrió un poco los ojos sobre cómo las búsquedas que otros hacen sobre mí pueden influenciar mi «yo digital».
Y esa idea resulta bastante descorazonadora.
Día 2 – Un solo lugar
«¿Es Google tu mejor amigo?», me pregunta inocentemente el kit de Data Detox.
Al principio rechazo la idea. «Tengo una vida fuera de internet, sabes», respondo.
Pero luego debo aceptarlo: Google es realmente mi mejor amigo. Utilizo su navegador (Chrome), su portal de documentos (Docs), su correo electrónico (Gmail), mapas, YouTube y su traductor (Translate).
O sea que —y aquí respiro profundamente— yo misma le voy contando a Google dónde estoy, qué dispositivo móvil estoy utilizando, qué me despierta curiosidad, en qué estoy trabajando, qué banco o médico u operador de celular utilizo, con quiénes me escribo, qué palabras desconozco en otros idiomas y hasta cuáles son mis placeres culposos en cine, música o televisión.
Mi mejor amiga sabe muchas cosas de mí… pero claramente no tantas como Google.
Por eso, en el kit te muestran cómo borrar toda esta información almacenada.
Día 3 – Facebook
Este día fue muy interesante porque caí en cuenta de lo poco que estoy publicando en Facebook desde hace algún tiempo.
Es un fenómeno que algunos expertos han llamado «el colapso del contexto» —y que preocupa a la marca creada por Mark Zuckerberg—, que se traduce en que los usuarios han pasado a categorizar lo que publican.
Mientras que hasta hace un par de años la gente posteaba en Facebook todo lo que hacía, ahora, casi de manera inconsciente, ha comenzado a clasificar contenido para cada una de sus redes: fotos de lo que desayunaron esta mañana en Instagram, un artículo de periódico interesante en Twitter..
Como consecuencia, utilizan Facebook cada vez menos. Esa red social se ha vuelto un cementerio de fotos embarazosas y publicaciones irrepetibles.
¿Será hora de quitar las etiquetas o pedirle a tus amigos que bajen contenido en el que tú apareces?
Día 4 – Navegando en internet
El día comienza con un dato concreto: cada vez que das «Me gusta» a una publicación en Facebook y Twitter, le estás permitiendo a terceros saber a qué páginas accedes, qué te gusta visitar y cuál es tu dirección IP.
Todo puede ser monitoreado a través de «trackers», que siguen tu comportamiento en internet.
En general, los ajustes de privacidad que vienen por defecto en los navegadores no son tan privados como deberían. Entonces hay que cambiarlos para que funcionen mejor.
En el kit también recomiendan utilizar la opción privada o de incógnito que tienen Safari, Chrome y Firefox, que al menos evitará que se almacene tu historial. O bien instalar extensiones que evitan que los «trackers» puedan espiarte.
Pero el mismo kit hace una advertencia: «El modo incógnito slo previene que compartas ciertas cosas con los ‘trackers’… Pero no te hace anónimo en internet».
Día 5 – Las redes
Todo el día nuestro teléfono está tratando de conectarse a cualquier señal que encuentre, de una red de wi-fi a Bluetooth, como si dijera: «Aquí estoy, pónganme atención».
Si a eso le sumas que has llamado a tu celular «Teléfono de Juan», entonces puedes darte una idea de a cuántas personas ya les estás revelando, para empezar, cómo te llamas.
Por eso la recomendación del kit es mantener apagada la localización y encender el wi-fi y el Bluetooth slo cuando sea necesario.
No hay que tomar a la ligera las consecuencias de mostrar todo el tiempo dónde estás.
Cada vez que te conectas a una red inalámbrica, pueden verse todas las redes a las que te has conectado en el pasado y han quedado almacenadas en tu teléfono — la mayoría de ellas con nombres muy fáciles de reconocer—, con lo cual no resulta difícil adivinar dónde trabajas o qué sitios visitas en tu tiempo libre.
Teóricamente, tu jefe podría saber que estás buscando trabajo si fuiste a una entrevista con la competencia. O tu cita podría ver las redes de todas tus citas anteriores. Solo por darte un par de ejemplos.
Día 6 – A limpiar
Hora de revisar el daño colateral de esas aplicaciones que usamos cada vez más.
Primer consejo: borrar las aplicaciones que no usas, dado que son una de las vías más comunes por las que se recolecta información de nuestro «yo digital».
Segundo consejo: ajustar las condiciones de privacidad de aquellas de las que no puedes prescindir.
Una opción es buscar aplicaciones alternativas, que no utilicen tus datos para hacer dinero.
Miremos por ejemplo, como lo dice el kit, el caso de Skype: otras aplicaciones como Signal o Jitsi Met hacen lo mismo pero son de código abierto y sin fines de lucro.
Día 7 – ¿Quién creen ellos que eres?
La forma en que Facebook y Google arman un perfil de quien ellos creen que eres, para luego venderlo a sus anunciantes, funciona de un modo un poco aleatorio pero acierta en algunos aspectos.
Por ejemplo, cada vez que publicamos algún cambio en nuestras vidas —el nacimiento de un hijo, un cambio de trabajo, una nueva relación de pareja—de alguna manera le estamos ayudando a perfeccionar la forma en que nos muestra su publicidad.
Porque le estamos advirtiendo que nuestros hábitos de consumo están por cambiar.
Pero hay una zona aún más oscura: estos datos recolectados, en lo que se conoce como «perfiles psicométricos», también pueden ser usados para estimar cómo piensas votar o qué opinas de otros miembros de la sociedad.
Un ejemplo: Facebook le ha permitido utilizar esta información a sus anunciantes para llegar a un público antisemita o excluir a usuarios por su raza.
Día 8 – Un nuevo yo
El kit ofrece una serie de alternativas para mantenerse a «dieta digital»: recordatorios para cambiar tus claves cada mes o limpiar tu historial y evaluar tu uso de redes sociales.
También recomienda una serie de aplicaciones alternativas para «nacer de nuevo» a un estilo de vida digital, más austero y consciente.
Fuente: BBC Mundo