Un estudio revela que la única manera de que nuestras capacidades cognitivas permanezcan intactas es manteniendo los ‘smartphones’ lo más lejos posible de nosotros.

La simple presencia de ‘teléfonos inteligentes’ cerca de nosotros reduce de manera considerable nuestra capacidad de procesar información, más allá de si los dispositivos están apagados o si están colocados con la pantalla boca abajo, según un estudio de investigadores de la Universidad de Texas en Austin, explica el portal MedicalXpress. La única manera de prevenirlo es mantener su ‘smartphone’ lo más lejos posible de nuestro alcance.

Los investigadores llevaron a cabo una serie de experimentos en los que dividieron a los usuarios de ‘teléfonos inteligentes’ en tres grupos y les pidieron que se sometieran a varias pruebas para revelar sus capacidades cognitivas.

  • Los primeros dejaron sus dispositivos en su mesa con la pantalla boca abajo;
  • Los segundos los tenían en sus bolsillos o en bolsos;
  • Los terceros tuvieron que dejarlos en otra habitación.

El experimento reveló que las personas que dejaron sus dispositivos en otra habitación completaron los test mejor que las del segundo grupo y mucho mejor que las del primero. Los participantes del experimento que tenían sus ‘smartphones’ en bolsos o bolsillos obtuvieron resultados un poco mejores que aquellos que los mantenían cerca.


Imagen Ilustrativa
Miles de usuarios perderán el acceso a WhatsApp a finales de junio.

«Vemos una tendencia lineal que sugiere que cuanto más visible es el ‘smartphone’, tanto más se reduce la capacidad cognitiva disponible de los participantes», explicó el coautor del estudio Adrian Ward, citado por el portal. Según los investigadores, tener un ‘smartphone’ a la vista o dentro del alcance cercano impide a sus dueños fijarse y cumplir las tareas, porque el cerebro dedica parte de sus capacidades a la necesidad de no estar pendiente del teléfono.

«Su mente consciente no está pensando en su ‘smartphone’, pero este proceso, el de obligarlo a no pensar en algo, usa parte de sus recursos cognitivos limitados. Es una ‘fuga de cerebros'», explica el investigador.

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