La tierra sigue temblando en la isla de Célebes, donde fuertes réplicas sacuden el mismo lugar en el que un terremoto con tsunami mató al menos a 384 personas y dejó más de 500 heridos.
Decenas de personas continúan desaparecidas. Se cree que algunas de ellas están atrapadas entre los escombros de edificios derruidos en la ciudad de Palu, la más afectada por el desastre.
El alcance de daños personas y materiales más allá de la ciudad es incierto.
Y como sucede con cada catástrofe de esta magnitud, surgen preguntas sobre la eficacia de los sistemas de alerta temprana.
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Un grupo de sismólogos realizó este año un estudio de sacudida de tierra a lo largo de la falla de San Andrés, en California, Estados Unidos, donde se está a la espera de un terremoto de magnitud 6,5 o mayor de aquí en 30 años.
Los investigadores constataron que se puede conseguir que la alerta se dispare antes, pero los residentes tienen que estar dispuestos a tolerar que haya falsas alarmas para fenómenos menores.
Esto se traduce en las alertas tempranas se pueden emitir antes de que se determine la magnitud total del sismo. Aquellos que viven lejos del epicentro recibirán alertas de temblores de tierra que probablemente no llegarán a sentir.
«Podemos tener tiempos de aviso más amplios para temblores débiles, pero no podemos tener tiempos largos de alerta para fuertes sacudidas», le explicó a la BBC Sarah Minson, líder del citado equipo.
«La alternativa es que te alertemos cada vez que haya un movimiento que pueda producir un ligero temblor en tu ubicación… Muchos de los temblores leves no se convierten en grandes terremotos», añadió.
Sistemas ya existentes
Sistemas de alerta temprana para terremotos existen en México y Japón desde hace años. Ahora, un sistema llamado ShakeAlert (alerta de temblor) se está desarrollando para la costa oeste de Norteamérica.
Pero ¿cómo se puede predecir lo impredecible? No se puede.
«Es un nombre poco apropiado, porque no es un sistema de alerta temprana de terremoto, el terremoto ya ha ocurrido. Es una alerta temprana de movimiento de tierra», precisó Minson.
Los terremotos ocurren en los límites entre placas tectónicas y fallas en la corteza de la Tierra, en largas fracturas en las que la fricción se ha acumulado con los años.
Lucy Jones, una renombrada sismóloga que no participó en el estudio, explicó: «La falla completa no se mueve de una vez. Comienza en un epicentro y la fractura avanza a lo largo de la falla como si rasgaras un trozo de papel».
La liberación de energía se mueve en dos partes.
Las ondas primarias (ondas p) se mueven en primer lugar y rápidamente como un acordeón.
Les siguen las ondas secundarias (ondas s), más lentas, que hacen que la tierra se ondule arriba y abajo; ese es el temblor que las personas experimentan durante un sismo.
Vidas en juego
La física de los terremotos es una de las razones por las que un sistema de alerta único y universal no se ha podido poner en marcha en todos los países propensos a sufrirlos.
El estado de California y Japón tienen población que vive directamente en el camino de las fallas y no podemos desperdiciar preciados segundos antes de alertar a los ciudadanos.
En ambos lugares, las ondas primarias y algunos algoritmos muy rápidos determinan la magnitud potencial y emiten una alerta.
Pero en México, la capital está a unos 300km del límite entre placas tectónicas más cercano.
Esto les permite a los geólogos utilizar un sistema que necesita algo más de tiempo para emitir una alerta. Esperan a detectar las ondas secundarias.
Las sirenas suenan en Ciudad de México siempre que se detecta un movimiento de tierra superior a la magnitud 5.
Mejores algoritmos
Sin embargo, el habitualmente robusto sistema Sasmex de alerta temprana en México no tuvo suficiente tiempo para responder al segundo terremoto de septiembre de 2017.
El sistema suele ofrecer hasta un minuto de alerta, pero el terremoto de magnitud 7,1 se originó mucho más cerca de la ciudad de lo normal. La tierra empezó a temblar casi inmediatamente después de que se disparara la alarma.
En aquel momento se estaba probando un nuevo algoritmo para el sistema Sasmex, que en el futuro podría emitir una alerta unos 8-10 segundos antes.
De forma similar, los sismólogos japoneses estudian cómo mejorar su sistema de alerta temprana tras el terremoto de magnitud 9 de 2011.
Mitsuyuki Hoshiba, que desarrolló un nuevo algoritmo bautizado PLUM, explicó: «En el método PLUM la fuerza del temblor se predice directamente a partir del movimiento que se observa, saltándose el proceso de cálculo de epicentro y magnitud».
«Esto reducirá el problema de las alarmas fallidas para futuros terremotos», añadió Hoshiba.
«El grande»
Volviendo a California, allí continúa el trabajo con ShakeAlert.
Se espera que tenga una presentación limitada al público a final de año, con apoyo de financiación federal aprobada anteriormente hace unos meses.
El sistema utilizará tanto sismómetros en la tierra como observaciones satelitales para garantizar el máximo tiempo de alerta a la población de la costa oeste.
El trabajo realizado por Minson y sus colegas muestra que para San Francisco esto se puede traducir en 50 segundos para temblores ligeros o un tiempo tan breve como ocho segundos para un gran terremoto.
Si se quiere que el sistema sea lo más sensible posible, las alertas falsas quizá se conviertan en una parte necesaria de la vida de los californianos en el futuro.
Jones no ve un problema en esto: «No creo que sea un gran defecto de los sistemas de alerta temprana siempre que se entiendan… necesitamos invertir en educación apropiada para el público general sobre alertas tempranas para que la información sea utilizada de la forma más eficaz posible«.
Fuente: BBC Mundo